El pasado miércoles 11 de julio llegó la gran consagración de Yuri Cortez. Se jugaban las semifinales del Mundial de Fútbol Rusia 2018. Inglaterra era amplia favorita frente a una aguerrida y disciplinada Croacia. Como era lógico, Inglaterra se imponía 1 a 0, pero los eslavos impusieron su vehemencia logrando empatar el partido y forzando el alargue. En el tiempo complementario, y a pocos minutos del final llega el gol que pone a Croacia en una final mundial por primera vez en su corta historia republicana, y que vuelve famoso al protagonista de nuestro relato.

Yuri no es croata, es salvadoreño. Difícilmente esté en la
mira de algún club europeo como refuerzo, y hasta es posible que nunca haya
pateado una pelota dentro de un estadio. Sin embargo, cuando se produjo el gol
de la victoria de Mario Mandzukic, Yuri disparaba más veces al arco que Messi,
Falcao y Cavani juntos. Su única arma: su cámara fotográfica. Detrás de las
vallas publicitarias, sus dedos se movían mucho más rápido que los de Paolo
Guerrero cuando celebra un gol, sin presagiar lo que vendría.
La celebración del histórico gol hizo que se forme una
avalancha humana de croatas buscando a Mandzukic, y juntos cayeron sobre de un
grupo de fotógrafos. El más perjudicado fue Cortez, pero él seguía disparando
desde el suelo con su cámara, incluso segundos antes se dio el tiempo de
cambiar su lente al ver la proximidad de los jugadores. Los croatas encima suyo
se sorprendían, se asustaban, celebraban; en fin, una suerte de emociones
variopintas que seguía registrando el fotógrafo. El propio Mandzukic le
extendió la mano para ayudar a levantarse, pero Yuri seguía con su cámara en
mano. Ya repuesto, tomó el evento como una anécdota y siguió su trabajo.
Para los que amamos el periodismo, disfrutamos ahora de los
goles de Yuri Cortez, de esa retahíla de imágenes que capturaron la esencia del
ser humano cuando triunfa. Yuri nos dio una muestra de su sencillez y amor por
lo que hace, de su profesionalismo hasta el último segundo. Gracias Yuri por
demostrar que el trabajo detrás del arco también merece una copa mundial.
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