A 24 años de la visita de Juan Pablo II al sur de Lima

Febrero de 1985. Escasez de alimentos, hiperinflación, acciones terroristas, centralización, y un poblado urbano marginal que luchaba día a día por subsistir en un desierto: Villa El Salvador. Cobijados en sus traslúcidas esteras, pasaban todo el día en busca de agua potable, alimentos, y reconocimiento ante el Estado. Jamás imaginarían que la presencia de Dios se haría palpable con la visita de Juan Pablo II, el Papa peregrino. 



 Han pasado 24 años desde aquella vez en que Su Santidad caminó por los arenales del sur de Lima, y nuestro Padre Obispo, José Ramón Gurruchaga, quiso recordar este hito importante en el andar cristiano del Cono Sur a través de una Celebración Eucarística, haciendo eco a las palabras que Juan Pablo II dijo entonces: “Hambre de pan, no. Hambre de Dios, ¡sí!” La famosa “Piedra del Papa” (entre las avenidas Velasco Alvarado y Pachacútec, en VES) que perenniza aquella frase, fue el punto de encuentro de cientos de fieles que participaron de la ceremonia, algunos de los cuales, eran por entonces inocentes niños que jugueteaban con las banderitas albo amarillas. 

“Cuando vino, tenía un año como regidor, y formé parte de la Comisión de Salud, organizando los módulos para cualquier eventualidad. La noche anterior no dormimos porque teníamos que abastecernos de agua potable, ya que la zona carecía de ese servicio. Hasta ahora recuerdo aquellas palabras que no estaban planeadas en su discurso, con las que nos pedía que acabemos con el hambre de pan, y crezca el hambre de Dios”, recuerda el ahora alcalde de Villa El Salvador, Jaime Zea. 

 La salud del Santo Padre es ahora delicada, pero a pesar de ello, sigue guiando sabiamente a la Iglesia, dejándonos cada día un legado de amor y fe a Dios, que no desmaya hasta ofrecerle las últimas fuerzas. Oremos por Juan Pablo II, como el siempre lo hace por el Perú, porque el Papa, es “charapa”.

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