¿Crisis o boom inmobiliario?

El sector inmobiliario se ha convertido en los últimos años -antes de la crisis financiera en Estados Unidos- en una oportunidad de negocio dinámica y que ofrece grandes dividendos. La comercialización de inmuebles – terrenos, departamentos, casas, centros comerciales, incluso aires- implica una serie de aristas que influyen en la venta final como el diseño, la ubicación, el estudio, tipo de operación, etc., tanto en la modalidad de compra-venta como en la de arrendamiento. 


 En nuestro país, este sector tiene mucho por explotar. La estabilidad económica, y la creciente demanda de viviendas supera la oferta inmobiliaria, a pesar que los precios de los inmuebles están muy bajos comparados con el resto de América. Los expertos también opinan que –paradójicamente- el poco apoyado de entidades financieras, le da mayor estabilidad y confiabilidad al mercado, lo que no ocurre en otros países como España y Estados Unidos, donde los bancos financiaban el 100% del precio de la vivienda. A ello se suma la gran velocidad a la que está creciendo la clase media, que ahora demanda por una mejor vivienda. 

Esta demanda insatisfecha también se observa en sectores de menores recursos económicos, que se ven obligados a buscar un espacio más amplio debido al hacinamiento y al status que supone te da el vivir en departamentos modernos, antes que en casa de familiares. Esta creciente demanda hace que la empresa privada extranjera invierta cada vez más en el sector inmobiliario peruano, quizás como refugio sólido de sus capitales ante la crisis internacional. El crecimiento y la estabilidad económica hacen que el país se convierta en una buena elección de inversión. También hay peruanos residentes en el exterior, que disponen de fondos y están comprando departamentos o terrenos para construirlos, en los mejores distritos de Lima para luego alquilarlos, ya que ven un buen negocio en este rubro. 

 Pero lo que no debería hacer el país es dar pasos demasiado rápido. Quienes quieran invertir en este negocio, ya sean peruanos o del extranjero, deben dejar la idea de enriquecerse rápidamente. Una rentabilidad del diez por ciento es buena en cualquier lugar del mundo; una de doscientos por ciento significa que son negocios que no son muy claros. Hay que mantenerse dentro de un punto de equilibrio, y esto es responsabilidad tanto del sector financiero y los bancos como de las empresas inmobiliarias. 

La crisis del sector inmobiliario en Estados Unidos y España 
 La crisis que agobia hoy a los EE.UU. se dio por la compra-venta de viviendas con fines especulativos. El mercado aportaba grandes beneficios a los inversores, ello contribuyó a la elevación de precios de los bienes inmuebles, y por ende, de la deuda. Ello sumado al financiamiento subprime -un tipo de hipoteca para clientes de un elevado riesgo a los que se aplica un de interés mucho mayor que el del mercado- llevó al colapso a las entidades financieras e inversores que ya no podía recuperar el capital invertido debido al alto nivel de morosidad en España se vive una crisis similar. Su mercado inmobiliario tiene un paralelo con la coyuntura actual estadounidense, aunque los altos tipos de interés del euro perjudicarán aún más a la economía española, en comparación con el precio del dólar en EE.UU. 

 Durante los noventas, el sector inmobiliario español fue el motor que empujó el crecimiento económico, generó muchísimo empleo, pero a diferencia de sus edificaciones, como modelo carecía de bases estructurales. El sector inmobiliario llegó a tal punto que en España se construían más viviendas que Alemania, Francia e Inglaterra juntas. Los bancos estuvieron de plácemes, y habían proyectos inmobiliarios que se financiaban hasta en un 90 por ciento (las personas además de adquirir su departamento se compraban un carro), y esa insensatez financiera, ahora le pasa la factura a los bancos españoles. 

El corredor inmobiliario 
 El auge del sector inmobiliario ha creado un nuevo actor denominado “el corredor” quien en realidad es un mediador que, para asegurar el éxito de una transacción inmobiliaria, busca el cierre de un negocio a través de un contrato en los que no participa directamente. Sin embargo, mientras que en otras materias como la bolsa o los seguros, los corredores son especialistas que conocen el mercado, en el sector inmobiliario no acontece lo mismo, hay demasiada improvisación. 

Muchos de ellos vienen del sector de ventas de intangibles y creen que la mecánica es la misma: contactar sacar citas y promocionar. Si bien su obligación principal consiste en procurar la celebración del negocio, el corredor inmobiliario debe ser un asesor del comprador, que le oriente sobre lo que más le conviene e informe detalladamente sobre los pros y también los contras de la adquisición. Podemos concluir manifestando que la crisis financiera internacional no debe asustar a nadie si se camina a pasos seguros, sin apresuramientos. El país aún está en pañales en lo que concierne al sector inmobiliario, y puede ser explotado de manera gratificante tanto para el comprador como el vendedor (o arrendador según sea el caso), sólo hay que evitar cometer errores como en otros países, porque de los errores de otros también se aprende.

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